El uso ético y responsable de esta tecnología, clave para el futuro de los negocios, se vuelve cada vez más importante para las empresas latinoamericanas.
La masificación de la IA generativa, a fines de 2022, dejó en claro el potencial de esta tecnología para mejorar las industrias, impulsar las habilidades humanas en el ámbito laboral y repensar los negocios de cara al futuro. Pero también fue una señal de alerta: al interactuar directamente con el poder de la inteligencia artificial, muchas personas comenzaron a entender, de primera mano, sus riesgos inherentes.
Desafíos y oportunidades de la inteligencia artificial en América Latina
La tercera edición del reporte La inteligencia artificial en América Latina 2023, elaborado por NTT DATA y MIT Technology Review, traza un panorama de los desafíos que la región enfrenta en el camino hacia la adopción de la IA.
Por un lado, el 71% de las organizaciones de la región afirma que esta innovación ofrece un gran potencial de oportunidades para su negocio. Por el otro, las preocupaciones éticas y de responsabilidad, que tuvieron una presencia marginal en las ediciones anteriores, ganan ahora un mayor protagonismo y se posicionan entre los principales desafíos de las empresas en su journey hacia la inteligencia artificial.
El tema no es menor: la IA generativa de cara al cliente, por ejemplo, promueve una experiencia novedosa y atractiva, es cierto, pero al mismo tiempo abre riesgos de pérdida reputacional (como consecuencia de alucinaciones o respuestas sesgadas) o incluso de uso indebido de datos.
Por eso, tan importante como que las organizaciones latinoamericanas se preocupen por el tema es que pasen a la acción. Por lo pronto, en el estudio el 50% de las organizaciones indicó cuatro principios éticos como “fundamentales” en el diseño y el desarrollo de la IA: transparencia, donde los usuarios comprendan cómo funciona la inteligencia artificial y qué datos utiliza para obtener sus resultados; privacidad, seguridad y responsabilidad. Esto último implica que los “dueños” de la solución se hacen cargo de las decisiones que tome la IA, incluyendo los posibles daños que pueda causar.
Concientizar y controlar
El primer paso concreto que una organización puede dar en dirección a un uso más cuidadoso de la IA es la concientización. Cada colaborador de la compañía debe comprender la importancia del tema y los potenciales impactos que provocaría un uso inadecuado.
A diferencia de lo que ocurrió hasta hace muy poco, el número de personas no queda acotado a los científicos de datos o a expertos tecnológicos: la IA está ampliamente democratizada y empleados de todos los sectores la utilizan para sus tareas cotidianas.
El segundo paso consiste en crear las áreas, los departamentos, los comités y los procesos para garantizar un acompañamiento continuo de auditoría, chequeos y actualizaciones de ética y responsabilidad para cada una de las soluciones de IA que la compañía implementa y utiliza. De nuevo, la democratización de esta tecnología hace que los controles constituyan un verdadero reto.
Una excelente noticia es el marco normativo aprobado recientemente por la Unión Europea, el AI Act. Esta regulación de la IA sirve como referencia y puede ser para la IA lo que el GDPR fue para la privacidad de datos, es decir, el punto de inspiración en el que el resto de los países se basaron para crear sus propias regulaciones.
Es que la ética en el uso de la IA excede a las corporaciones: necesita el involucramiento de los gobiernos, que los entes reguladores definan reglas y penalidades en función de la cultura y los valores de cada país y que la propia industria avance en la evolución de esta tecnología garantizando siempre que la prioridad está puesta en que sea una herramienta para beneficiar a la sociedad.
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